Antaño comienzo y final de la Ruta de la Seda, Xi’an es hoy una ciudad a la última que ha sabido conservar parte de su glorioso patrimonio: las murallas, el barrio musulmán, las torres del Tambor y la Campana, la Pagoda del Gran Ganso y el Templo de los Ocho Inmortales son clara muestra del crisol cultural y religioso que todavía es.
Mapa de Xi’an |
Por ello, a nuestro juicio es muy recomendable extender la visita a esta ciudad más allá de los famosos guerreros. En sólo tres días da para empaparse bien del pasado y del presente de Xi’an. Aquí podéis ver nuestro planning.
Primer día: Guerreros de Terracota y barrio musulmán
Nuestro primer objetivo de Xi’an era la visita del Ejército de Guerreros de Terracota. Este ejército de barro, descubierto de manera totalmente fortuita por unos campesinos que cavaban un pozo en 1974, forma parte del mausoleo del emperador Qin Shi Huang (siglo III a.C.), por el que se cree que también corrían ríos de mercurio. Conocido como el Primer Emperador, se supone que Qin Shi Huang ordenó la creación de este impresionante ejército para que le sirviera de protección en el más allá. De momento, se han descubierto 7.000 figuras entre guerreros, caballos y carros, todos diferentes entre sí y representando, en teoría, a personas reales. Para que os hagáis una idea (sí, lo de los laterales son personas de carne y hueso):
Fosa número 1 de los Guerreros de Terracota |
Nada más llegar al hotel la tarde anterior (volábamos desde Guilin) preguntamos cómo llegar por nuestra cuenta. Sencillo: dos autobuses, uno desde la zona de la Torre del Tambor hasta la estación de trenes (hay varios, el 611 uno de ellos), y otro desde allí (el 306) hasta los guerreros (una hora de camino aproximadamente). Una vez allí compramos las entradas al recinto (150 yuanes) y también el transporte hasta la misma entrada (sólo 5 yuanes y como ya eran las 9:30 de la mañana queríamos intentar adelantarnos todo lo posible a las hordas de turistas).
Decidimos realizar la visita al revés de lo habitual, empezando por el museo y terminando con el plato fuerte: la fosa 1. En el museo, en la semioscuridad, se pueden ver dos carros de bronce con caballos. Pasamos después a la fosa 3, que contiene 72 guerreros y caballos. Muchas figuras de esta sala representan oficiales de alto rango, por lo que se cree que pudo ser el cuartel general. La fosa 2, con 1.300 guerreros y caballos (de momento, sigue en excavación) permite ver de cerca varias figuras: arquero arrodillado, arquero de pie, soldado con caballo, oficial de rango medio y general.
Como habíamos comentado dejamos para el postre la fosa 1. Nos acercamos con la cabeza agachada para así llevarnos la impresión de golpe. Imposible. Un mar de chinos se agolpa permanentemente frente a la barandilla y hay que levantar la cabeza y liarse a codazos y empujones para poder verlo unos 20 minutos después. El esfuerzo merece la pena, la vista es espectacular. Aunque sólo se ven 2.000, se calcula que hay 6.000 figuras todas mirando al este y en formación de batalla.
Unas dos horas y media después salimos del museo y paseamos y regateamos por los puestos de los alrededores. Como siempre la misma técnica: no salirte de tu precio, aproximadamente la décima parte de lo que te piden. Y si no cuela, vete al siguiente puesto hasta que uno acceda.
Tras coger un autobús diferente al que habíamos cogido a la vuelta (el 914) por indicación de un lugareño, llegamos de nuevo a la estación de trenes de Xi’an y desde ahí hasta la zona de la Torre del Tambor. Por aquí (en realidad por todas partes) hay infinidad de restaurantes, tanto chinos como occidentales (Kentucky Fried Chicken, Mc Donalds, Pizza Hut…). Nosotros este día nos decantamos por el Ajisem Ramen, una cadena japonesa que aunque no nos entusiasmó resultó pasable.
Dedicamos la tarde a deambular por el barrio musulmán de Xi’an, toda una experiencia que repetiríamos el resto de los días.
Antes de que cierren visitamos en primer lugar la Gran Mezquita (25 yuanes), una de las mayores de China. Arquitectónicamente se asemeja más a otros templos chinos que a las mezquitas de Marruecos, Túnez o Turquía. Aunque fue fundada en el siglo VIII, los edificios actuales son en su mayoría Ming y Qing. En su interior, lo más destacado, junto a sus patios, arcos y pabellones, es la Estela de la Luna, una piedra grabada con inscripciones árabes.
Los musulmanes llevan en Xi’an desde el siglo VII y su barrio se extiende al norte de la torre de la Tambor, hasta las murallas. La Lonely Planet aconseja las calles Xiyang Shi, Dapi Yuan y Damaishi Jie. Para nosotros, sin embargo, lo mejor es pasar de mapa y perderse por donde a uno le lleve el instinto y también el olfato.
La comida no nos había entusiasmado pero la cena, a base de todas las cosas que picoteamos de los puestos del barrio musulmán, hizo nuestras delicias. Si la comida musulmana es una de nuestra favoritas y en lo que llevábamos de viaje la china también, esta combinación de ambas no podía fallar: kebabs chinos, yogures naturales, panes, zumos de ciruela… Tanto si eres delicado de estómago como si no en teoría no deberías comer de los puestos callejeros a menos que quieras sufrir el clásico mal del viajero típico de países menos desarrollados. No fue nuestro caso, afortunadamente.
Murallas de Xi’an |
Empezamos el día dirigiéndonos a pie a la puerta sur de las murallas de Xi’an (54 yuanes), construidas en 1370 y con un perímetro rectangular de 14 kilómetros. Dado que queríamos recorrerlas enteras y tampoco teníamos intención de marcharnos de China sin haber montado en bici (y este era el único sitio donde no veíamos peligrar nuestra vida), decidimos alquilar un par.
Así, pasamos la siguiente hora y media pedaleando, visitando las torres, haciendo fotos y sufriendo algún que otro bache. El recorrido, aunque cansado, merece muchísimo la pena porque excepto en las puertas principales no hay nadie y, además, tienes música china de fondo.
Pagoda del Gran Ganso |
Dejamos las bicis donde las habíamos alquilado y nos vamos, ahora en autobús (valen el K606 y el K609 desde las proximidades de la Torre de la Campana) hasta la Pagoda del Gran Ganso, icono de la ciudad de Xi’an. Esta inmensa torre se terminó de construir en el siglo VII y alrededor de ella se encuentra el Templo de Da Cien.
Frente a ellos hay una zona peatonal y un parque muy animados. Al menos una vez al día, justo cuando llegamos nosotros, se encienden las fuentes y se mueven al ritmo de la música durante unos 30 minutos.
En esta zona se puede descansar tranquilamente y también hay multitud de sitios para comer. Nosotros optamos por First Noodle Under the Sun, famoso por su megatallarín de varios metros. Lo probamos, junto a otro plato diferente de tallarines que nos gustó bastante más y unos dumplings de verdura muy ricos.
Tercer día: Templo de los Ocho Inmortales y torres del Tambor y de la Campana
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Al salir, paseamos un poco por la especie de mercadillo de antigüedades de la zona y nos dirigimos de nuevo hacia las torres del Tambor y de la Campana. Estas torres anunciaban el anochecer y el amanecer, con un tambor y una campana respectivamente. Ambas son del siglo XIV y en su interior hay actuaciones musicales.
- Cómo llegar: Xi’an está muy bien conectada tanto por avión como por tren. Nosotros llegamos en avión desde Guilin y luego nos marchamos en tren rumbo a Pingyao. El vuelo lo sacamos con un par de meses de antelación desde Ctrip (140 euros por persona) y el billete de tren en litera blanda con un mes aproximadamente a través de la agencia Viajar por China (al ser el mes de agosto no quisimos arriesgarnos a quedarnos sin billete). No sabemos el precio exacto porque con esta agencia contratamos también el billete de tren de Pingyao a Datong, de Datong a Pekín y la excursión de un día en Datong.
- Alojamiento: estuvimos las tres noches por 137 euros en el Citadines Central Xi’an (vía Booking) un aparthotel de lujo con una ubicación inmejorable. Además, nos regalaron el desayuno de día y medio (3 tickets) y tiene sala de lavandería, muy útil cuando viajas por China 21 días y en agosto.
- Cómo moverse por Xi’an: aunque dispone de metro, éste no conecta los principales puntos de interés turístico por lo que la mejor opción de transporte público es el autobús. Por 2 yuanes el trayecto (a abonar con la cantidad exacta directamente en la cajita que tiene el conductor delante) puedes ir a la estación de tren, los templos y pagodas… El K606 y el K609 van desde la Torre del Tambor hasta la Pagoda del Gran Ganso y el K43 al Templo de los Ocho Inmortales. Desde el aeropuerto también hay autobuses que realizan varias paradas en la ciudad. Enseñas tu dirección (en chino, por supuesto) en el puesto de información de la calle y ahí mismo te venden el billete y te indican cuál es el mejor para tu destino. El autobús a los Guerreros de Terracota es algo más caro, 7 yuanes cada trayecto. Es el número 306, sale de la estación principal de trenes y en una hora aproximadamente para frente a las taquillas para entrar al recinto. Para volver también sirve el 914.
- Comidas: la gastronomía de Shaanxi es, sin duda, una de nuestras favoritas. En el desayuno del hotel probamos varios platos típicos, sobre todo baozis. Podemos recomendar el restaurante First Noodle Under the Sun (hay al menos dos en la ciudad, uno de ellos junto a la Pagoda del Gran Ganso), famoso por sus megatallarines kilométricos y todas las comidas y bebidas de los puestos musulmanes: rou jia mo (llamada hamburguesa china), pinchos, kebabs, panes, yogures naturales, zumos…
- Compras: excepto en la tienda del museo de los Guerreros de Terracota, en el resto toca regatear. Nosotros compramos en Xi’an varios imanes (tres por diez yuanes, lo habíamos conseguido así en Guilin y desde entonces nos empeñamos en ese precio), una caja con los guerreros en miniatura (20 yuanes), un ajedrez chino (25 yuanes, este fue imposible bajarlo más, ya no nos quedaban puestos para probar suerte) y varias pulseras de jade (este tenía precio fijo, 10 yuanes cada una, el resto partían de los 800 yuanes así que o unos exageraban el precio hasta límites insospechados o las que compramos nosotros eran mucho peores a pesar de resultar idénticas a la vista y al tacto).
Jorg
Buenas, estamos montando el viaje con mi pareja y teniendo 3 dias disponibles no sabemos si ir a Xian o a Guilin. Que nos recomendarias?
Un día en el polo
¡Hola Jorg!
La verdad es que la respuesta depende un poco de vuestros gustos, lo que vayáis a ver el resto de viaje y lo que ya conozcáis de otros lugares del mundo. Guilin, no la ciudad sino los ríos Li y Yulong que se pueden ver en una excursión de un día, tiene unos paisajes kársticos impresionantes. Y también desde allí podéis ver los bancales de arroz de Longsheng. En resumen, su fuerte son los paisajes espectaculares, que también podéis encontrar en otros puntos del sureste asiático. El plato fuerte de Xi'an son los famosos guerreros de terracota, también impresionantes y, sin duda, únicos. Y, por otra parte, el barrio musulmán de la ciudad también es muy recomendable por lo diferente que es al resto de las ciudades chinas. Es decir, Guilin es más paisajes y Xi'an cultura. Según lo que os guste más y lo que os llame más la atención podéis elegir uno u otro destino, aunque si podéis añadir un día más y os cuadran bien los vuelos podéis intentar hacer dos días completos en Guilin (llegada, noche en Guilin y al día siguiente excursión a los ríos y al siguiente a Longsheng, y desde allí al aeropuerto a un vuelo que salga sobre las 8 de la tarde); luego el día siguiente completo y bien aprovechado en Xi'an, si estáis dispuestos a madrugar podéis estar a primera hora (sobre las 7 u 8) donde los guerreros, pasar allí la mañana y la tarde en el barrio musulmán, las torres del tambor y la campana y acercaros a la muralla y ya de noche coger otro vuelo o tren según sea el destino siguiente. Es apretado, pero al menos véis lo más destacado 🙂
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